Harry Houdini, El escapista que no pudo huir de la muerte.


Erik Weisz nació el 24 de marzo de 1874. A la edad de 24 años migra a Estados Unidos desde Budapest con toda su familia. A esa edad encuentra su pasión por la magia y en especial por el famoso mago francés Jean Eugéne Robert- Haudini, a tal punto que de ahí toma su nombre artístico: Harry Haudini. Aunque después de un tiempo se decepciona de su ídolo y escribe un libro: Desenmascarando a Robert- Houdini. 

Erik era una persona que soñaba con encontrar la magia verdadera, aquella que no necesitaba trucos ni engaños. Si bien realizaba los actos habituales de magos con cartas y palomas, se especializó en el mundo del escapismo. Cierta vez en una gira por Europa, retó a la policía a que intentara mantenerlo encerrado. Desafío que por supuesto ganó. 

En 1892, en el lecho de muerte de su padre, prometió cuidar siempre de su madre y así lo hizo. Desde ese momento su madre y él se volvieron inseparables, renunciaba a las giras que pudieran alejarlo demasiado de ella. 

Houdini acepto realizar una gira en Europa. Cuando estaba allí recibió la noticia de que su madre había muerto derivado de un derrame cerebral. Haudini nunca pudo superar la culpa y dolor que acompaño toda su vida. A partir de ese momento la muerte se convirtió en su verdadera obsesión. 

Le preocupaba su propia muerte, pero sobretodo deseaba encontrar una manera de comunicarse con quienes habían partido de este mundo. En especial con su madre. 

En esta época era muy famoso acudir con los espíritistas o médiums (lo cual sigue siendo muy concurrido) los teatros se llenaban y la gente quedaba cautivada con aquellas personas que podían interactuar con las almas de aquellos que habían partido. 

La muerte de su madre lo había llevado al punto de la desesperación, busco miles de personas que pudiera volver a conectarlo con su madre y los resultados fueron en vano. En definicion de Haudini los médiums son personas que se aprovechan del sufrimiento ajeno para llenarse los bolsillos de oro ofreciendo falsas esperanzas a las almas atormentadas. Desde ese momento Haudini se encargo de desenmarcarar a los falsos espíritistas. 

En su cruzada antiespiritista llegó a presentar un proyecto de ley al congreso que prohibía la actividad de astrólogos y videntes. 

Cuando estaba en Montreal, un grupo de jóvenes estudiantes lo quisieron probar si en verdad era un hombre tan fuerte como se decía y lo desafiaron a recibir algunos golpes en el abdomen. Houdini aceptó pero antes de que pudiera prepararse uno de ellos, boxeador, lo golpeó en reiteradas ocasiones. Aunque el artista ocultó su dolor se supone que uno de los golpes le desprendió la pendice. En la madruga del 31 de octubre de 1962 a los cincuenta y dos años falleció. 

Houdini siempre buscó resolver el misterio de la muerte. Probó con todos los trucos y golpeó todas las puertas, pero el arcano lo eludió. El misterio sin nombre de la inexistencia pudo más. Jamás encontró el portal por donde los vivos y los muertos pudieran entrar en contacto, pero no dejó de desearlo nunca. 

En un último intento decidió utilizar su propia muerte para poner su creencia. Sabía que por tratarse de él y de su militancia antiespiritista serían muchos los médiums que afirmarían haberlo contactado. Por eso ideó un plan. Le dijo a Bess, su esposa, que si realmente existía el mundo de los espíritus, también escaparía de la muerte para volver a estar con ella. El sueño de un verdadero caballero romántico. Que la muerte pueda menos que el amor. Para evitar que la engañaran le dejó un código secreto que fue llamado «el código Houdini». 

Consistía en mezclar letras y números. Además, el mago incluiría en la comunicación una serie de palabras acordadas, entre las que estaba «Rosabelle», el título de una canción que solían escuchar juntos. Una vez que ella identificara esa palabra palabra debería estar atenta porque él deletrearía una sentencia: «Believe»… Cree. Cada aniversario de su muerte, su esposa Bess realizaba una sesión de espiritismo, y tal como Erik había sospechado, decenas de médiums manifestaron haber estado en contacto con él. Pero ninguno pasaba la prueba. Hasta que un día el conocido espiritista Arthur Ford se presentó con un mensaje que contenía el código Houdini. 

La noticia generó una conmoción. Pero lo cierto era que Bess, palabra debería estar atenta porque él deletrearía una sentencia: «Believe»… Cree. Cada aniversario de su muerte, su esposa Bess realizaba una sesión de espiritismo, y tal como Erik había sospechado, decenas de médiums manifestaron haber estado en contacto con él. Pero ninguno pasaba la prueba. Hasta que un día el conocido espiritista Arthur Ford se presentó con un mensaje que contenía el código Houdini. La noticia generó una conmoción. Pero lo cierto era que Bess, (…), apago su luz. Se acabó. ¡Buenas noches, Harry!». 

Y no volvió a intentarlo más. Houdini pudo escapar de todo, se animó a enfrentar muchos desafíos y los superó. Excepto dos. Jamás logró contactar en vida con el espíritu de su madre fallecida, y tampoco pudo hablar con su mujer tras ser llamado para actuar en el mundo de los muertos.

Houdini vivió y murió obsesionado por la finitud. Le dolía, lo angustiaba, y en su desesperación creyó en la promesa de una existencia futura. Pero creer es predecir un hecho incierto. Y esa incertidumbre lo quebró. No le bastó la fe, necesitó la constatación real de esa existencia. Y fracasó. No podía ser de otro modo. Después de todo, como dijo Wimpy, el conocido humorista uruguayo, exigirle a un sueño que se haga realidad es confundir una ilusión con un pagaré.

La muerte ese sitio al que todos vamos a llegar pero pocos tenemos prisa en estar. Si estás en un proceso de perdida, la única forma de vivir es aceptando la muerte, al temporalidad y no aferrándonos a cosas mágicas que disminuyen nuestra ansiedad. Confronta el dolor y resígnalo.  





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