Tus Defectos

 Son tantos que ni siquiera llevas la cuenta. Esquivas tu propia mirada en el espejo, lloras en silencio, callas todo lo que llevas dentro. Sientes que el mundo está en tu contra, que te encuentras en el centro de las risas y las nubes truenan a tu paso. Puede incluso que sientas que no eres feliz. 

Y no te culpo. 

Cómo ser feliz cuando el pozo que haz cavado es tan hondo que apenas entra la luz. Rompiste la cuerda que te mantenía a flote y ahora te dejas llevar por la corriente. Te has dado la espalda incluso tú, y ese es el peor error que podrías haber cometido. 

Puede que no lo veas ahora, pero algún día entenderás que todos esos defectos son lo que te diferencian de los demás. Te hacen tan único, que no hay molde alguno que pueda repetir algo tan perfecto como tú. Es así. Quizá el pozo no es tan hondo después de todo, ni el mundo tan cruel, ni tú tan horrible. 

Todos tenemos que entender que nada importa lo que piensen los demás cuando de nosotros se trate. Si quieren juzgar, que juzguen. Si quieren mirar, que miren. 

Sonríe porque la vida es mucho de lo que parece. No importa cómo seas, sino cómo vives tus días. Los sueños que cumplas, las metas que cruces. Que seas capaz de salir del pozo y gritarle al mundo que tenga cuidado. Serás tú quien truene entonces, la luz del rayo que ilumine al fin todos esos días grises en lo que habías decidido vivir. 

Abraza los defectos, ámalos por lo que son. Así, poco a poco, volverás a enamorarte de la única persona que nunca, jamás, te fallará: tú.


Alejandro Ordoñez. 




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