Empatía

Cuando estaba en Tailandia escuché la historia de una mujer que irrumpió en el jardín donde Buda enseñaba llevando en brazos el cadáver de su hijo. Entre gritos de angustia, le suplicó al maestro que se apiadara de ella y lo resucitara. Sabiendo que eso era imposible, Buda le respondió que para poder ayudarla necesitaba un ingrediente especial: una semilla de mostaza de un hogar al que no hubiera llegado la muerte. Mandó a la mujer en busca de esa semilla, y esta pasó más de un año tocando puertas de cada casa que encontraba, sin conseguirla. Durante esas visitas lo único que obtuvo fueron historias de luto y de pérdida. Así supo que otras mujeres habían pasado por momentos semejantes al que ella vivía; las conoció personalmente y pudo llorar abrazada de ellas, por su hijo y por el de las demás. Buda no resucitó a su niño, pero por lo menos le dio a probar el bálsamo curativo de la empatía. 

Guadalupe Nettel, La hija única. 



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