Desgraciadamente, no cabe duda de que el ser humano es, en general menos bueno de lo que se imagina o de lo que quiere ser. Todo el mundo lleva una sombra, una región oscura de la personalidad que es desconocida y que el ego no quiere reconocer. La sombra es una parte viva de la personalidad y, por lo tanto, quiere vivir con ella de alguna forma. No se puede argumentar que no existe. No podemos usar la razón para deshacernos de ella. Cuánto menos se integra en la vida consciente del individuo, más negra y densa se vuelve. Forma un obstáculo inconsciente, frustrado nuestra buenas intenciones, hasta que tarde o temprano se produce una ruptura en el sistema psíquico. Enfrentarse a esta sombra es la primera prueba de coraje en el camino interior, una prueba suficiente para asustar a la mayoría de las personas, porque el encuentro con nosotros mismos pertenece a las cosas más desagradables. Pero si somos capaces de ver nuestra propia sombra y podemos soportar saber sobre ella, entonces una ...
Es fácil decir: "no lo volveré a hacerlo, perdóname" pero es aún más sencillo olvidar las promesas y seguir igual: fallando. Descubrir que tu pareja es infiel, es increíblemente doloroso, ver acciones o palabras que siempre deseaste pero que no son dirigidas a ti, te quiebra, te pone en duda. La parte más compleja de una infidelidad es comprender que no tiene que ver contigo sino con el compromiso y valores morales del otro. La manera común de asumir una traición, es sentirnos culpables, percibir que no fuimos "buena" pareja o que no contamos con los atributos necesarios para satisfacer los placeres o deseos de nuestro compañero. Normalmente la persona que es infiel, no suele reconocer su falla y tiende a responsabilizarnos de su error, "me descuidaste, ya no me sentía cómodo en la relación, a raíz de cierta situación entendí que no podíamos estar bien", al buscar o indagar en el motivo de su infidelidad es normal que la otra persona no tenga claro el mot...
Ella dijo: "nadie te va a amar como yo, siempre estarás solo". Parecía que lanzaba un conjuro o una serie de maldiciones para que mi destino fuera el de cualquier otro ser humano: la soledad. Cuando escuche sus palabras, solamente podía concentrarme en el sonido de mi psiquis, se derrumbaba por pedazos, pero también sabía que era inevitable la ruptura, uno no puede estar donde le mienten y especialmente cuando se percibe que lo quieren por lo que da y no por lo que es. Tal vez esa es una pregunta que nos deberíamos de hacer todo aquellos que amamos a una persona: ¿me ama por lo que le doy o por lo que soy? Seguramente tendríamos muchos corazones rotos, pero es que vivimos en una sociedad de consumo, donde es más importante lo que me puedes dar que lo que somos cuando estamos juntos. Es triste que hoy la gente ambiciona tener las pertenencia más pretenciosas del mercado que un momento de alegría junto a la persona que ama, cada vez nos volvemos menos humanos. Tal vez ella nun...
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