El miedo a la sensación de sentirnos solos, nos lleva a las decisiones mas atropellas y quizá más impulsivas, parece que huimos constantemente al encuentro con nosotros mismos. La percepción o sensación de soledad, es la única que nos lleva a la confrontación con nuestro yo, es vernos cara a cara y recapitular lo que hemos hecho. La gente tiene terror a verse solitario, por eso prefiere diversos modos de huida: establecer diversas relaciones amorosa una tras otra, adicciones y excesos en las distracciones sociales (fiestas, bares, antros). A veces huimos tanto a esa sensación que no nos damos cuenta que hemos estado ahí desde hace mucho tiempo, el tener pareja, salir con amigos o tomar (en el mejor de los casos) no garantizan que te sientas acompañado, ya se dice que no hay peor soledad que la que se siente cuando uno esta rodeado de personas. El tener miedo al sufrimiento y dolor que puede llevar no contar con una persona cercana nos hace vulnerables y hace elegir por desesperación, no porque queramos realmente algo, sino porque pensamos que es necesario para vivir. Entonces en estas elecciones desesperadas vemos a las personas que soportan todo tipo de violencia, se dejan controlar, pisotean su autoestima y lo peor de todo es que su concepto de amor es tan pobre, que piensan que son queridas o amadas. Al pensar que son queridas, no sueltan, se dejan maltratar, les son infieles, los masacran en su cara y parecería que hasta en cierto grado de perversidad buscan más. No, no tiene problemas de inteligencia las personas que viven en algo así, se percatan de su situación también, pero su nivel de dependencia y apego emocional los hacen pensar que están mejor viviendo el maltrato e indiferencia, que confrontándose a si mismos, dándose la oportunidad de ser libres, de encontrar sus metas y sus proyectos, de tener algo que alimente su ego. Pero en cambio prefieren ser esclavos y seguir alimentando el ego del otro, seguir dando control al otro para que le den el rumbo que no le podemos dar nosotros mismos a nuestra vida. ¡Que perdidos estamos! que hoy buscamos que otro defina lo que somos, que no nos respetamos, que permitimos que nos atropellen por miedo a vernos en el espejo.


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